Mi hija, en el día en que habrías cumplido tres años
El mar me recuerda a ti, el amanecer y el atardecer, cuando el cielo se tiñe de rosa pienso en ti. La realidad es que todos los días pienso en ti.
Nada sobre ti salió como lo planeamos. Roto, sí, incluso de formas que nunca podría haber imaginado. Incluso hoy, en el día en que habrías cumplido tres años, desearía que estuvieras aquí, pero estoy profundamente agradecida de haberte tenido. Recordamos el día en que naciste, nuestro único día contigo. Nos cambiaste. Y aún así, con cada atardecer, pienso en ti. Tu ausencia siempre está aquí y, sin embargo, es tu ausencia la que ha creado espacio para algo más. Tu vacío me desmoronó de la mejor manera posible, y no quiero volver a ser quien era antes.
Cinco meses contigo no fueron suficientes. Confiar en el tiempo de Dios fue un desafío a veces, hubo momentos en los que me sentí perdida e invisible. Sin embargo, a través de todo, nunca dejamos de creer. Años después, Dios nos bendijo con dos hermosas hijas, y en momentos que las miro, me pregunto quién podrías haber sido.
Agradezco a Dios cada día por el privilegio de ser su mamá y la tuya. Tu vida, aunque breve, me cambió de maneras que nunca imaginé. Moldeó mi corazón, mi perspectiva y mi fe de una manera profunda. Siempre serás parte de mí, te llevaré conmigo siempre.
Mi Maia, espero que sepas cuánto te amamos y que lo que nos diste sigue vivo en nosotros.
Todo sobre ti es un regalo. Y estaré eternamente agradecida de ser tu mamá.
Feliz cumpleaños, mi dulce Maia.
Xoxo hasta el cielo.